Existen varios niveles de errores cuando se ejecuta un programa o parte de un programa.
En principio, el error puede ser un resultado correcto del mismo. En este caso más que un error es un resultado especial. Generalmente hay que atender a este resultado inmediatamente cuando se produce ya que es lo que le hemos pedido a la subrutina y lo que ésta nos devuelve. A esta técnica se la denomina código de error.
También puede ser que no sea un resultado correcto. Esto tiene dos consecuencias. En primer lugar toda la zona en la que se ha producido el error y que estaba trabajando para obtener ese resultado ha hecho un trabajo en balde. En segundo lugar, no tenemos que atender al resultado inmediatamente porque toda la zona ha quedado invalidada. Lo que tenemos es una excepción que será manejada después, cuando salgamos de la zona que estaba calculando ese resultado.
Finalmente, ocurre que es el propio estado del programa lo que es inválido. Los invariantes no se cumplen, las precondiciones fallan o ha ocurrido algo inesperado e irrecuperable. Obviamente esto no debe suceder nunca. En este caso hemos de usar asertos. Los asertos sólo se usan en depuración, así que si fallan en la versión de producción probablemente nuestro programa deje de funcionar.
Entonces, el algoritmo para decidir si usamos excepciones o asertos es el siguiente:
- ¿Si el hecho ocurre, puedo solucionarlo? Si la respuesta es NO, es un aserto.
- ¿Si el hecho ocurre, es parte del resultado? Si la respuesta es NO, es una excepción. (Se puede comprobar esto pensando ¿voy a solucionar el hecho más adelante?)
- En otro caso, es un resultado correcto del procedimiento o código de error.
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