No suelo trabajar de esta forma pero recientemente una persona, un cliente, estableció contacto conmigo para que le hiciera un pequeño programa de control para cámaras de vídeo. Realmente el programa es sencillo pero hay que conocer un protocolo serie. Cuando le di el presupuesto el cliente me dijo que era excesivamente caro y que "se lo pensaría" (ya sabéis lo que significa esto, ¿no?). Las razones que me dio fueron las siguientes:
- Me había dado toda la información del protocolo serie para controlar la cámara de vídeo.
- Él había sido programador durante años y sabía lo que costaba hacer el programa. Literalmente me dijo "te hago un GUI en unos minutos".
- No podía cobrarle la depuración porque no sabía, por anticipado, qué fallos iba a haber en el programa (o si iba a haberlos).
- Podía usar los recursos que él tenía en su nave industrial. No necesitaba nada para programar, aparte del ordenador.
- El programa era muy pequeño y "en un rato se hacía".
La verdad es que, desde cierto punto de vista inocente, tiene razón en todo lo que me decía. Sin embargo, la realidad es bien distinta.
- Después de estudiar y entender el protocolo serie (por cierto, no estándar) que me dio, descubrí que era otro protocolo el que realmente necesitaba ya que había un dispositivo "adaptador inteligente" que traducía de un protocolo a otro. A esta conclusión no llegué de inmediato sino que tuve que estar bastantes horas investigando. Además, esta investigación no fue a vuelapluma. Tuve que recurrir a conocimientos que me ha costado muchos años y esfuerzo tener. Por mucho menos un electricista te cobra un buen monto. Ni que decir tiene que, para poder hacer el presupuesto, tuve que estudiarme este segundo protocolo (por cierto, tampoco estándar).
- Yo también hago un GUI, no en minutos, en segundos. Cojo un lápiz y un papel y te dibujo unos cuadraditos que son los botones. Ya está. Claro que quizás él se refería a usar un programa donde pones los botones y con una opción te genera el código. Bueno, "el código" es sólo para poner los botones, nada de la lógica que hay detrás. Porque no querrá nadie que la cámara haga zoom cuando pulses el botón de apagado o que te diga que la cámara está encendida cuando no hay cámara conectada o que intente contactar por un puerto cuando está conectada a otro. Tampoco querrá nadie que no mande los checksums en el protocolo, que no respete la temporización o que ignore las respuestas del dispositivo diciendo que no está preparado para nuevas instrucciones. Y todo eso hay que programarlo y probarlo. Así que no es GUI todo el programa. De hecho, la mayor parte del programa es la lógica de control. Aunque no se vea. Es más, como no se ve, es la realmente difícil de programar y probar.
- Jamás he escrito un programa de más de 1000 líneas que no tuviera un fallo. Es verdad que la gran mayoría de fallos son tontos y, o bien los descubre el compilador, o bien los descubres rápidamente al ejecutar. Esto es cierto, pero también tiene una cara negativa: los errores que no descubres rápidamente son los difíciles. Los que ocurren al azar. Los que se detectan haciendo una operación en concreto tras haber hecho cinco antes de una forma dada. Los que no se ven, pero están. Y, en definitiva, los que más calentamientos de cabeza dan. A todo esto hay que añadir, en el caso de este cliente, que cada error que se descubra implica tener que coger el coche, ir a su nave, ver el problema y trabajar en campo. Hasta los fontaneros cobran los desplazamientos, ¿no?
- De hecho, no necesito nada para programar. No necesito ni el ordenador, me basta el cerebro. Los grandes programadores, los programadores muertos, escribían sus programas en papel. Concretamente, el papel de la revista en el que lo publicaban. Pero volvamos al mundo real. En un trabajo manual liberas tu mente. Si estás apretando tuercas y pensando en la vecina del segundo no creo que tu trabajo se vea afectado. Esto no ocurre con la programación. En la programación tienes que pensar el programa. Si dejas de pensar en el programa, no avanzas. Es más, suele ocurrir lo contrario. Suele ocurrir que dejas de programar, te vas, no sé, a comer y ¡sigues pensando en el programa! Estoy viendo la tele ¡trabajando! De paseo, ¡trabajando! En la ducha, ¡trabajando! ¿Cuento o no cuento esas horas de trabajo? Y lo digo en serio porque la ducha es unos de mis momentos más productivos, cuando se me ocurren las mejores ideas de diseño que simplifican un programa drásticamente. ¿Y ahora, qué hacemos?
- Esto se relaciona con el punto 2. El famoso "yo fui programador aficionado". Esta frase deja entrever que "y programar es divertido". No te voy a pagar por algo que, si te diviertes, no es trabajo. Bueno, es que hay una diferencia, yo llevo 26 años programando y llega un momento en el cual no te divierte tanto. En el cual, es un trabajo. El problema es que el programador aficionado se pone con el ordenador y se divierte. Se le pasan las horas y cree que ha sido menos tiempo. Así que cuando dice "en un rato se hace" no tiene en cuenta que su visión de la programación está sesgada. Su "rato" fue en realidad de muchas horas. Claro que, con el tiempo, sólo se recuerdan las cosas agradables. Un rato agradable.
Aquí acabo. Siento haber escrito tanto. No puedo decir estas cosas a la cara del cliente. Ya me siento mejor. Ha pasado ya tanto tiempo, décadas, y seguimos a vueltas con lo mismo. ¿Podrá ver el cliente algún día que la programación es un trabajo muy duro, aunque no sea un trabajo físico? ¿Es esta la maldición del programador?
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